En El Mundo
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𝗘𝗹 𝗱𝗶́𝗮 𝗾𝘂𝗲 𝗰𝗮𝗺𝗶𝗻𝗲́ 𝗽𝗼𝗿 𝗹𝗮𝘀 𝗺𝗼𝗻𝘁𝗮𝗻̃𝗮𝘀 𝗱𝗲 𝗥𝗼𝗯𝗲𝗿𝘁 𝗥𝗲𝗱𝗳𝗼𝗿𝗱
En octubre de 2021 visité por primera vez Sundance Mountain, en Utah. No lo sabía entonces, pero en una cabaña de esas montañas, casi escondido entre los pinos, vivía Robert Redford.
Las montañas de Utah habían sido su refugio durante décadas. En 1969, el actor compró un terreno en las Wasatch, cerca de Provo, y ahí construyó no solo su hogar, sino también un sueño: el Sundance Mountain Resort. Aquel lugar se convirtió en algo más que un centro turístico; fue un espacio para el arte, el cine independiente y la conservación ambiental.
Recuerdo caminar por esos senderos rodeados de bosque, sin imaginar que desde ahí Redford había dado vida al festival de cine que cambió la historia de tantas películas y carreras. Entre las montañas, él encontró la manera de unir naturaleza, creatividad y comunidad.
Hoy, 16 de septiembre de 2025, ese mismo rincón se convierte en testigo de su despedida. Redford murió en el lugar que eligió para vivir y crear, acompañado por la esencia de los árboles y el murmullo de los arroyos que tanto cuidó.
El presidente del resort, Chad Linebaugh, lo resumió en un mensaje conmovedor:
“Con su espíritu generoso, naturaleza amable y visión artística, Bob creó algo que nadie más podría haber construido. Siempre mirando hacia adelante, su compromiso con este cañón fue una llamada que iba más allá del amor. La marca Sundance que construyó –arraigada en este lugar– ha tocado tantas vidas y seguirá beneficiando a las generaciones que aman esta tierra preservada”.
En el Resort Village, junto al estanque de ensayo Hall, se levantó un monumento temporal para que visitantes y admiradores puedan rendirle homenaje. Imagino ese espacio lleno de flores, silencios y recuerdos, como si cada persona dejara ahí una parte de la huella que Redford también dejó en ellos.
Yo guardo la mía en aquella primera visita, cuando sin saberlo, me crucé con la sombra de un gigante que había convertido su vida en montaña y legado.